domingo, 13 de septiembre de 2009

Doce.

Si algo puedo prometer, es que intentaré no llorar.


miércoles, 8 de julio de 2009

Once.

Quizá una pierna o un pulmón.. no lo sé, aún no lo tengo claro, pero sé que cambiaría cualquier cosa importante de mi vida por el hecho de dormir con él todas y cada una de las noches que me restan.
Siempre soñé con sentir ésto por alguien, siempre fantaseé con el "cómo sería", y siempre escuché que "algún día llegará, no tengas prisa". Y prisa tuve aunque esperé años, pero qué espera, mil veces lo digo y no me arrepiento: merece la pena. Merece muchísimo la pena.
Y ojalá todos y cada uno de los que alguna vez sintieron lo que yo sentí, de verdad, ojalá encuentren lo que yo he encontrado. Porque si hay algo más bonito que el mero hecho de sonreir, es el hacer sonreir a la otra mitad que media vida anduve buscando. Y por eso, porque no sé ponerle precio a esa sensación, todavía dudo entre una pierna o un pulmón..

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martes, 30 de junio de 2009

Diez.

Hoy he vuelto a subir sola las escaleras que llevan a mi cama, he vuelto a recordar los besos de despedida que me dio en la puerta, he vuelto a pensar en nosotros, y en el antes y el después de conocerle. Hoy he vuelto a quedarme diez minutos atontada mirando la pared, la pared con mis dibujos mentales de lo que quiero ser para él, de lo que él es para mi; he vuelto a cerrar los ojos con las comisuras de mi boca enganchadas a cada oreja.
Hoy he vuelto a darme cuenta de que más de diez, más de diez lustros quiero vivir con él. Que Toni y Marimar me abracen cuando llegue a la aldea, que Duna lleve nuestras arras, y que Inda conozca a sus tataranietos y les cuente su historia. Quiero que sea feliz, conmigo, aunque a veces se levante "torcío", aunque a veces le salga el pronto y aunque a veces simplemente "crea que".
Quiero tantas cosas que son una. Y es él. Es a él.

domingo, 28 de junio de 2009

NUEVE.





Qυe éѕto, éѕto,




dυre ѕιeмpre,
ѕιeмpre.

lunes, 22 de junio de 2009

Ocho.



No me faltes nunca, Diego.

martes, 7 de abril de 2009

Siete.

Siete como los días de la semana, como los colores del arcoiris, como las notas musicales y como el mes en el que nací.
Siete como las mentiras que arrastro, o las verdades que escondo. Una es que aún no he descubierto el sexo como pasión, pero sí como entretenimiento. La segunda es que aparento ser quinientas cuarenta y ocho veces más fuerte de lo que en realidad soy. La tercera es que desconfío de las palabras bonitas, a lo que le siguen que no creo en los buenos gestos de la gente porque todo tiene un fin egoísta; que aunque sea de risa fácil y sea capaz de carcajearme durante horas y horas, en cuanto rozo mis sábanas rompo a llorar; y que odio el alcohol, odio beber, emborracharme y despertar al día siguiente odiándome más a mi misma. Y por último, mi última verdad, mi mentira personal y la que más me avergüenza y humilla, es que con casi veintiún años de vida que llevo, aun no me he sentido querida. (Y soy consciente de las posibles respuestas a ello pero lo que para unos es una tontería, para otros es un mundo.. y a mí mi mundo se me cae encima sin esa mitad perdida).

sábado, 28 de marzo de 2009

Seis.

Y digo yo, si fuera capaz a imprimir todas y cada una de las conversaciones que tuvimos hasta las tantas de la mañana desde que nos conocemos, si pudiera grabar en cintas VHS cada momento en que estuvimos juntos o hablando uno del otro, si consiguiera meter toda nuestra vida en una caja y lanzársela a la cabeza cuando bajara de su séptimo piso a buscar a "la nueva yo", ¿se daría cuenta entonces de que nunca querré a nadie tanto como a él cuando me permitía quererle?

Me lleno de algo por dentro, reconozco que es una sensación rara. No es odio, creo. Bueno, puede ser. Una mezcla extraña de rencor, odio, nostalgia, soledad y demás gilipolleces. Estar sola me hace débil y a veces creo que lo correcto sería ir a buscarle y hablar, incluso pedir disculpas. Pero esa misma soledad me abofetea entonces, y doy gracias, porque el perdón me lo debe él a mi.

"Promesas que no valen nada", como cantaban Piratas, promesas de mentira como las de un mejor amigo que juraba no ser nunca un chico más del montón, el mismo que pedía que yo no le faltara nunca. El mismo, sí, el mismo mejor amigo que me cambió como si fuera un cromo en pleno patio de recreo, el que encontró el chollo de conseguir uno nuevo e iridescente a cambio del viejo y ya descolorido de siempre. Y como si me hubiera tirado en un charco, me siento inservible. Mi pegatina ya no vale y no encajo en ningún álbum si no es el suyo aunque, si soy sincera, el dolor de la caida ya pasó hace mucho. Lo que realmente me mata, lo que me hace daño al respirar, es que me haya olvidado. Cómo cojones se atreve..

viernes, 20 de marzo de 2009

Cinco.


Soy tonta.

Y lo dejo en esas dos palabras porque creo que no hay nada más estúpido que una persona como yo, un alguien que espera un algo que no sabe qué es exactamente y que, aun con los ojos de la perfección reflejando los suyos, no reacciona.

Asco. Asco es lo que me doy.

jueves, 12 de marzo de 2009

Cuatro.


Es curioso. En un paseo de los más nuevos de esta villa aburrida, todo el mundo iba en la misma dirección, todos con sus chaquetones oscuros, signo de que aun no se había terminado el invierno, a pesar de que el sol cegaba sus ojos disparándoles desde el inicio de aquella interminable calle. Pocos llevaban gafas de sol, pero seguro que no me equivoco si digo que bajo ellas su expresión era la misma que la del resto: Asco a la vida. A los pocos segundos de fijarme en ésto se cruzaba una chiquilla en sus caminos, vestía cientos y cientos de colores, incluso las bolitas de su coletero brillaban con sus pequeños saltitos de alegría. Nadie, absolutamente nadie se dignó a observar a la pequeña, nadie giró su cabeza para volver a verla y, apuesto todos mis bienes a que si ahora mismo pudiera reunir a toda esa gente para preguntarles por esa niña, ni uno de los abrigos con patas sería capaz de recordar ni un solo detalle de la chaqueta multicolor de la pequeña, ni de los rizos de su pelo, ni de su enorme sonrisa, ni de sus botas verdes con cintas rojas. Es curioso. Y admirable. En medio de un mundo tan oscuro como es el de los adultos y sus chaquetones, tan aburrido y rutinario como el camino que ellos recorrían, ella sonreía a contracorriente. Inocente indiferencia.


( Y pensar que lo que más me duele es que hasta ella está destinada a ser algún día uno de esos mayores, ciegos de sol y rutina. )

lunes, 2 de marzo de 2009

Tres.

Amanece. Pero no necesariamente brilla el sol.

Me fumo las horas esperando algo que cada vez tengo más claro que no ocurrirá, aunque, para ser sincera, aun no sé exactamente qué es. Y para ser más sincera si cabe, apuesto a que el día que lo tenga delante, lo dejaré pasar.

Mil veces al mes me gusta verme en el espejo y poner caras raras, desafinar mientras me peino. Salto de la cama con toda la fuerza del mundo.
Me hago gracia y me río de mi misma. Me gusto. Esos días me los comería de un bocado, sin pensar.

Un millón de veces al mes veo lo que creo que es la realidad. Me veo a mi misma, pero no tal cual soy, sino tal cual
estoy. Me cambia la expresión de golpe y porrazo cada vez que me viene a la cabeza el cómo llegué a ésta situación, el cuándo y el por qué. Esos días me quedo afónica de gritarme mentalmente mis errores. Mis errores que son mios, por supuesto.

No sé a dónde quiero llegar con ésto. Ni sé con qué fin. Tampoco se me ocurre una frase bonita con la que terminar mi texto depresivo, digno de días preregla.

Así se queda.


Natillas

lunes, 19 de enero de 2009

Dos.

Aparentemente las cosas cambian al cambiar de perspectiva.. pero sólo aparentemente. Al final lo blanco seguirá siendo blanco aunque se apague la luz, la lluvia mojará igualmente aunque se contemple desde el sofá, y los amigos perdidos seguirán siendo fotografías viejas que no dejaré nunca de mirar y mirar.

Al principio de todo yo era fuerte, de verdad: No te necesito, si las cosas están asi
por algo será, yo estoy bien, estoy perfectamente, estoy mejor que nunca, soy libre, soy feliz. Hoy simplemente estoy sola. Sola por dentro. Perdida, autohumillada y vagando en mi propio bucle de la vida que yo misma me he creado, como quien se monta una pocilga para rebozarse continuamente en su propia mierda. Asi me siento yo. Sola y amargada, sin nadie al otro lado de la cama ni del teléfono. Malgastando maquillaje y tiempo en depilación y demás ideas estúpidas y antinaturales, con el fin de encontrar un "yo que sé que qué se yo". Porque esa es otra: Ni siquiera sé qué quiero.



Y ni siquiera tendría a quién contárselo.

Natillas